Palabras de mujeres

por María Gloria Ladislao

Circula un chiste: Jesús Resucitado se apareció en primer lugar a las mujeres, porque las mujeres son tan chismosas que El sabía que en seguida lo irían a contar. 

Acepto la chanza, sin problema. Yo misma cuento  el chiste en las clases; es bien probable que haya sido así. No es una noticia sencilla de creer – un muerto que vuelve a la vida, y, además, en mejor estado que antes – y no era el modo de comunicación más confiable contárselo a las mujeres. Pero así fue.

¿Qué van a contar?

“Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro.” (Mt 28,1)

Continúa relatando el evangelista que se les aparece un ángel y les ordena llevar la noticia de la resurrección a los discípulos. Ellas van corriendo a cumplir este mandato.

“De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: “Alégrense”. Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán.” (Mt 28,9-10)

Jesús las hace transmisoras de una orden: ir a Galilea, al lugar de los comienzos, donde la comunidad empezó a gestarse. Allí lo verán. Discípulos y discípulas, en comunidad, volviendo al origen, a la vocación, al lugar del primer encuentro con Jesús. Este último y renovado encuentro con el Amigo Resucitado, será en el mismo lugar del primer encuentro con el Maestro que los hizo salir de las barcas y las hizo salir de las casas para emprender el camino del discipulado.

Las discípulas son las facilitadoras de esta experiencia: a ellas les corresponde transmitir este mensaje que reconstruirá la comunidad que se había dispersado después de la muerte de Jesús.

Ellas, que se encontraron con Jesús vivo, deben cumplir una tarea vivificadora: somos hermanos y hermanas y para ver a Jesús tenemos que estar juntos, conservando la vivencia de la vocación inicial.

Una tarea vivificante, para que la comunidad no se destroce por la muerte, las heridas  y la frustración. En la dispersión será imposible ver a Jesús Resucitado.

Mural de la Iglesia de Cardona, Uruguay

Cuando las mujeres hablan

 

Si las palabras de las mujeres nos recordarán que somos hermanos y hermanas, enlazados no por la vida biológica sino por la Vida del Resucitado, bienvenido sea que las mujeres no cerremos la boca y repitamos una y otra vez: hermano, hermana.

Si las palabras de las mujeres nos indicarán siempre ir a Galilea, bucear en nuestra vocación inicial, recordar el fervor de los comienzos y afianzarnos en la decisión que nos impulsó a seguir a Jesús, bienvenidas sean. Cuando se entibia la pasión inicial, cuando todo parece quedar demorado en los engranajes de la rutina, la comunidad necesita una palabra ardorosa que la saque de la modorra.

Si las palabras de las mujeres van a reunir a los dispersos, llamar a los alejados, congregar a los enfrentados, conciliar a los desunidos y restablecer los vínculos en la comunidad, bienvenidas sean. Son palabras y gestos necesarios para saber qué le pasa al otro, por qué se alejó, qué dificultad tiene. Son palabras que, todo lo contrario al “no te metás”, se meten y circulan para proclamar: “Lo dijo Jesús, tenemos que estar juntos”.

Si las palabras de las mujeres nos llevan a ver a Jesús, a encontrarnos con el Resucitado, a creer en su presencia Viva y Actuante en nuestro mundo, a afirmar que la vida triunfa sobre la muerte, bienvenidas sean. Son palabras de vida porque transmiten la experiencia del encuentro amoroso y cercano con el Amigo. Son palabras generosas porque no se niegan a compartir esta vivencia, sino que al contrario, se la dicen a todo el que se cruza en el camino.

Por eso Jesús se apareció primero a las discípulas. El sabía que lo iban a contar.

Para trabajar en grupo

Los relatos de la resurrección de Jesús se encuentran en:

Mt 28,1-10

Mc 16,1-10

Lc 24, 1-11

Jn 20,1-18

Haciendo una lectura comparativa de los cuatro, podremos apreciar cómo se describe en cada uno de estos textos la misión que Jesús les confía a sus discípulas.

Conversaciones de mujeres

  • ¿Qué pensamos sobre el estereotipo que dice que las mujeres hablamos mucho, que somos charlatanas y chismosas?
  • ¿En qué ocasiones el “hablar de mujeres” está al servicio de la vida? Pensemos en situaciones del barrio, de la comunidad o la familia en las cuales es necesario comunicarse y ser vehículo de transmisión positiva. Por ejemplo cuando hay que transmitir que alguien está enfermo, o que una persona está pasando alguna necesidad, o para organizar algún acontecimiento comunitario, ya sea un cumpleaños o una reunión parroquial. ¿Cómo participamos mujeres y varones en estos procesos de comunicación?
  • ¿En qué ocasiones el “hablar de mujeres” no está al servicio de la vida? ¿Cuándo es charlatanería inútil o, lisa y llanamente, falta de amor al prójimo?

Este comentario forma parte del libro «Jesús miraba mujeres» de Ed. Claretiana.CartelJsmiraba

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3 pensamientos en “Palabras de mujeres

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